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Su voz, arroyo de montaña, tenaz y vigorosa, fluida y transparente se precipita por la ladera de los valientes.
Luz de plata milenaria como luna creciente, su palabra ilumina un sendero en la noche del desconcierto humano.
El Yoga Tibetano del Corazón busca mineros y mineras que quieran desenterrar de Mordor las lágrimas petrificadas del Gollum. Somos diamantes y lotos, espadas que se han forjado para reflejar la luz a pesar de todo.
Entre sus manos dorje y campana, vishudi canta.
[En la foto, Lama Könchok Pema, despues de la práctica de yoga tibetano, que dirigió el domingo por la mañana]
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